Argentina no es “punk”, en tanto sea interpretada parte del fenómeno contracultural estético-musical rebelde de los 70, afín a discursos anarquistas, negacionista de todo futuro colectivo. Su lema: “disfruta el presente” suena a ridícula humorada. ¿Disfrutemos, hoy, qué? Tampoco somos anarquistas ni descreemos en el mañana de nuestros hijos y nietos. Ningún prócer luchó y murió pensando que esta tierra no era de promisión. La ciudadanía ama el país y desea trabajar, pero descree de sus caudillajes. No observa que sean legadores de bienestar a futuro o que les interese ser reconocidos algún día como hombres justos. Por cierto, nunca serán próceres, porque prefirieron ser poderosos y ricos señores feudales del medioevo. Digámoslo con todas las letras, han arrebatado al país las ilusiones y han forzado a que el largo plazo no supere las doce horas. Es falso que este infortunio recaiga en una sociedad con genes dipsómanos e inflacionarios. Lo incontrastable es que concierne a la desconfianza, a la impericia, al abuso, a la ausencia de republicanismo y a una insaciable codicia.
Desconfianza e impericia
Por Rodolfo Campero - Médico y escritor.